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viernes, 15 de noviembre de 2013

El monstruo de la semana


LAS SERIES DE LA TV NOS ENGAÑAN – PERFILES Y ASESINOS EN SERIE. PRIMERA PARTE

Bondades (o maldades) del cine y de la televisión, a todo español le suena mucho más cercano el FBI, Quantico y la Unidad de Ciencias del Comportamiento que la Guardia Civil y la Sección de Análisis del Comportamiento Delictivo que es la versión castiza de sus primas de Zumosol americanas. La mayoría hemos tenido conocimiento, vago e impreciso, eso sí, de qué es el ADN por CSI Las Vegas (la de Grissom) y por Parque Jurásico. Nuestra idea de criminólogo son los chicos de Mentes Criminales o los de Crossing Lines que es lo mismo pero con la Torre Eiffel de fondo, chicos que igual te hackean un ordenador que estudian la victimología, que persiguen y atrapan al criminal como si fuera un conejo despavorido ante los faros de un coche. En el otro extremo del cordel, nuestra idea de criminales “made in tv” son señores refinadísimos como Hannibal, que tienen la suerte de que les psicoanalice la mismísima Scully (Gillian Anderson, que se prodiga muy poco fuera de la BBC), o asesinos selectivos como Dexter que sólo mata a los malos malísimos y quiere mucho a su bebé. 

Falso, todo falso. En la vida real no hay ni ha habido ningún hierático Aaron Hotchner que diga muy serio mirando a cámara “vamos a dar el perfil” como si en 45 minutos fuera capaz de ver la jeta del asesino en los posos de una taza de té. Los CSI (en castellano “los de la científica”) no salen de su laboratorio ni interrogan testigos y desde luego no se pegan carreritas detrás de los sospechosos. Y nunca jamás ha existido un asesino en serie que solo mate criminales perversos porque a alguien tiene que matar y su papá adoptivo le dijo que no se cebase con la gente de bien, que casi mejor si se desfogaba con los malvados. Los asesinos en serie carecen por completo de empatía: son incapaces de ponerse en el lugar de sus víctimas por lo que es imposible que las seleccionen atendiendo al criterio de si son buenas o malas sencillamente porque eso, como el dolor que ocasionan, les importa un carajo. 

Hay criminólogos, en EEUU y en España y psicólogos forenses pero son una herramienta más de la Policía que desde luego no tiene ni con mucho el protagonismo que se les atribuye en las series de la tele. De hecho, en la vida real, desde que en los años 70 comenzaron a trabajar los “profilers” en el FBI (con Robert Ressler a la cabeza, como insigne inventor del término “serial killer”, muy recomendables sus libros “Dentro del Monstruo” y “Asesinos en Serie”) el papel que han desempeñado en la captura tanto de asesinos comunes como de asesinos en serie es muy pero que muy limitado. Como mucho, alguna pincelada sobre la personalidad o la cotidianidad del asesino que finalmente ha resultado coincidir con la realidad, lo que se ha comprobado una vez que se ha cogido al sociópata en cuestión por otros medios que nada tienen que ver con un perfil. 

Veamos algunos ejemplos de asesinos en serie capturados por puro azar. A Ed Kemper, el Gigante Asesino, una de las mejores razones que se nos puede ocurrir para no hacer autostop bajo ninguna circunstancia, le cogieron porque se entregó. De hecho, cuando consideró culminada su misión, tras matar a su décima víctima (su madre) llamó a la policía desde una cabina de teléfono y dijo lo que había hecho pero nadie le creyó hasta que comunicó varias veces y dio detalles muy precisos. A Ted Bundy se le encontró el “kit de serial killer” en el maletero del coche en el control rutinario de un patrullero local el día 16 de agosto de 1975. A David Parker Ray, el Asesino de la Caja de Juguetes, le trincaron porque una de sus víctimas consiguió escapar desnuda y maniatada, no porque un profiler hubiera dirigido la investigación hasta el remolque infame en el que torturaba mujeres. Los diferentes perfiles del Francotirador de Washington (10 víctimas mortales en 2002) ni se acercaron: del “varón, blanco, de entre 25 y 40 años” que ya es un clásico se desembocó en dos varones negros de 42 y 17 años, respectivamente. Jeffrey Dahmer, el Carnicero de Milwaukee, fue finalmente capturado porque sus vecinos se quejaron del mal olor que supuraban las cañerías y Unabomber-Ted Kaczinsky porque su cuñada reconoció su estilo epistolar en el famoso “Manifiesto” y se chivó al FBI. 

Siento destrozaros el mito pero a los asesinos no se les coge siguiendo EL PERFIL y tampoco existen los criminales DE PELICULA. La inmensa mayoría son seres corrientes, como el vecino del quinto. Gente con aspiraciones vulgares, que quiere más dinero o que no controla su impulso sexual, que se ve desbordada por la ira o que considera que merece más de lo que tiene y piensa que los culpables son los demás. Incluso los asesinos en serie son normales y corrientes, salvo muy rara excepción (una de esas excepciones fue precisamente Kemper que medía 2,06 y tenía un CI de 140). Eso es lo más aterrador de los asesinos en serie, que no son seres excepcionales salvo por su compulsión de matar y que indefectiblemente cuando se les captura (normalmente por pura casualidad) son descritos por sus vecinos como tipos normales de los que nadie desconfiaba y que no tenían un PERFIL que les diferenciase de los demás. Una vez más, las series de la tele nos engañan. Claro que más engaña el telediario y resulta bastante menos entretenido. 

Virtualmente vuestra V.R. 

PD: Para estómagos (y mentes) fuertes recomiendo la entrevista a Ed Kemper que aparece en youtube ww.youtube.com/watch?v=tTnEY8y-p7M‎. Está en inglés pero lo que entiendo da mucho, mucho miedo precisamente por lo normal que parece ese señor con gafas mientras explica como atraía y mataba autoestopistas, violaba sus cadáveres y luego enterraba las cabezas en el jardín, bajo la ventana de su madre. 



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