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miércoles, 6 de noviembre de 2013

Con M de Malo



En la oriental tierra de Turquía, en la antigüedad (ese periodo abstracto del que se habla en artículos de opinión como este sin citaciones bibliográficas), se tenía por costumbre discutir y razonar opiniones dos veces: una sobrio y otra ebrio. Si ambas veces los presentes encontraban sentido a lo propuesto, se aceptaba la idea como valida. Aunque esta costumbre se ha perdido como norma social de etiqueta (desgraciadamente: bonitas sesiones de congreso íbamos a tener), encontramos en los estados de conciencia alterados una oportunidad perfecta para abrir nuestra mente a temas profundos y sesudos. Sin embargo, entre comederos de cabeza romanticos y desafíos intelectuales como intentar chuparse un codo, un debate siempre me surge con conocidos y desconocidos en ocasiones tan señaladas. 

“El ser humano es malo por naturaleza” 

“Pues no tienes razón, tio, el ser humano es muy buena gente” 

A la quinta cerveza o entre el humo de los estupefacientes, las conclusiones de los presentes desvelan más sobre su estado anímico actual que de alguna verdad universal de la moralidad humana. Hoy, no obstante, voy a intentar dar mi visión personal sobre el tema. Sobrio, para variar. Caballeros y cabelleras, ¿es el ser humano bueno o malo? 

Para mi, el problema es de perspectiva. Lo primero de todo, es quitar de en medio a un segmento de la población minoritario pero presente: psicópatas, sociópatas y otros pobres diablos sin empatía. A esos les chupa un pie que vivas, mueras o te viole un puma. No obstante, es en esa palabra que cerraba la frase previa a la anterior, “empatía”, la que nos da la clave del asunto: el ser humano, zoon politikon donde los haya, convive en sociedad, y la empatía es el engranaje que evita que esclavicemos a las mujeres y devoremos el corazón de nuestro vecino. Ponerse en el lugar del otro y entender que si fueras tu, y estando en una sociedad civilizada, no te gustaría mucho que te acuchillasen por una barra de pan. Pura inteligencia emocional (ese novedoso concepto que hace eyacular a los conferencistas motivacionales por todo el mundo). 

Espera, si eso es lo que hace funcionar la sociedad y nos diferencia de los animales y de la supervivencia del mas fuerte, ¿por qué en mi twitter no dejan de hablarme de coches bomba, genocidios y desahucios que dejan en la puta calle a familias enteras? Hay mucho psicópata suelto y más entre militares y terroristas (y políticos, que coño), pero no todos pueden ser animales sin sentimientos. Para mi, como he dicho antes, es una cuestión de perspectiva. Y es que el ser humano se pasó mucho tiempo metido en una cueva humeda, con los hombres cazando, las mujeres pariendo y las bestias acechando en la oscuridad. Las tribus pequeñas eran familias extendidas de decenas, quizás centenas de trogloditas que dependían de forma extrema los unos de los otros. Grok sabía que si a Tuntun lo aplastaba el mamut a la hora de darle matarile, él también iba a cascarla. De frio, hambre o lapidado por inútil en su cueva de origen por no traer papeo a la vasija de barro. Todos eran padres y madres de todos. Hermanos y hermanas. Para ellos, violar a la pechotes o robarle el rancho al vecino era tirar piedras contra su propio tejado. Pan para hoy y hambre para mañana. 

Saquear, violar y esclavizar era algo impensable en esas pequeñas tribus donde todos se conocían y todos dependían de todos. No era tan impensable cuando cruzaban el rio y veian a unos pardillos que aun no usaban ni taparrabos. 

Extraños. Desconocidos. No como nosotros. 

Entonces, el bueno de Grok y su colegui Tuntun decidían que aquellos pobres infelices no merecían la suerte de una vida simple. Pasar por la piedra a las mujeres y por el filo a los hombres. Esclavizar a los niños y robar el ganado. Todo con el beneplácito y una gran sonrisa del resto de la tribu, encantada de que ya no tuviesen que cosechar ellos las bayas bajo el sol del Paleolitico. ¿Dónde esta la empatía, la que hacía que todos se amasen y conviviesen en armonía? ¿No hay de eso para los ligeramente menos desarrollados del otro lado del rio? 

Pues no, porque no son de los nuestros. No los conocemos. No hemos limpiado su mierda ni nos hemos casado con su hija. No nos ha salvado de un diente de sable ni nos a alimentado cuando estábamos enfermos. Para ellos no hay empatía y no son más que unos putos infrahumanos porque no tienen nada que ver conmigo. Ellos, esos salvajes desagradecidos, no me han educado ni me han hecho ser quien soy. Grok, por otro lado, si se merece que lo trate como a mi mismo, por lo del mamut. Que tio, ese Grok… 

Sé que estoy retorciendo el ejemplo, pero me seguís, ¿no? 

Todo esta entretenida historia es para que entendáis por qué Fritz pasó por la bayoneta a todos esos pobres judíos, o por qué a los bancos le come los cojones que tu te vayas a la puta calle mientras que a ellos los siguen rescatando. Porque no eres de los suyos. No te conocen. No has hecho nada por ellos. Eres un numero. Eres una infima representación del mundo en el que viven y les pillas muy, muy lejos. Así que, ¿a ellos qué les importa? Si Fritz tuviese que acuchillar a su padre o el político tal o cual desahuciar a su puta madre, la cosa sería muy diferente. Entonces no sería humano. La empatía se dispararía en ellos. Hare Krishna para todos y vamos a cantar los Beatles. 

En definitiva, el ser humano no es malo, solo que le importa una mierda todo aquel que no juegue un papel relevante en su vida. ¿Qué como se arregla esto? Pues en esta época de globalización y multiculturalidad lo tenemos más fácil que nunca. Porque lo que es volver a las tribus autosuficientes de doscientos pavos y pavas no es muy factible. Demasiados querrian Ipads (que los fabrican en China trabajadores tan esclavizados que se tiran de la azotea de la fabrica para no seguir sufriendo. Y eso no es una hipérbole, es una noticia de no hace tanto. Pero nos la pela, porque ¿de que conozco yo a Xiao Lu? Que se suiciden los que quieran, pero que sigan llegando los Ipads). 

Más bien, en mi verborréica opinión, la solución a esta falta de empatía que corroe a nuestro querido mundo está en cosas tan sencillas como el Erasmus. Ese Erasmus que se nos va del presupuesto y que nos permitiría entender que ni todos los franceses son gilipollas ni todos los chinos comen mal. Abrir nuestras miras y aprender a apreciar poco a poco el mundo que nos rodea, empezando por los países y cerrar el circulo hasta entender que el que no tiene que comer en Africa es tan persona como tu. Entonces y solo entonces, el mundo empezará a ser justo.

Virtualmente vuestro, por primera vez, S.M 

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